Esto va así…
El docente pregunta y el alumnado responde. Siempre se ha hecho así, ¿no? hemos preguntado de todo, sobre lo que el niño sabe pero, sobre todo, buscado lo que no sabe. No vaya a ser que el chavalín salga reforzado en su autoestima o cuestione la autoridad y la fuente de sabiduría de su master.
Las preguntas en el aula son necesarias, muy necesarias, y, como ocurre con tantas otras cosas, no es únicamente la pregunta, es también cómo se realiza dicha pregunta la que lo cambia todo: desde la respuesta hasta las sensaciones que deja a flor de piel entre esas pequeñas personas que nos acompañan en clase.
Por ello, deberíamos pararnos a pensar qué tipo de preguntas son las adecuadas y qué esperamos de ellas… o mejor, qué esperan los pequeños cuando se las hacemos.
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