La insoportable levedad de la pedagogía

La insoportable levedad de la pedagogía

La insoportable levedad de la

PEDAGOGÍA

two person standing on gray tile paving

La importancia de la pedagogía

La pedagogía, como ciencia de la educación, juega un papel crucial en el desarrollo de prácticas educativas efectivas. No se trata solo de transmitir conocimientos, sino de entender cómo los individuos aprenden y cómo este aprendizaje se puede facilitar y potenciar. La pedagogía enfatiza la necesidad de adaptar la educación a las necesidades individuales de las personas, promoviendo un aprendizaje significativo (palabra manida en la literatura de la legislación educativa) pero también relevante para su vida cotidiana y futura.

El saber por qué es importante la enseñanza, el conocer el fin último del proceso de aprendizaje para cuestionarse acciones como el valor de la evaluación, el acceso a fuentes de información y procesos de pensamiento crítico, el papel que juegan los grupos de pertenencia, la política educativa, el papel de la herencia y el medio, las posibilidades económicas y sociales, y las opciones de mejora socio-económica en educación y contando con la educación pero no solo desde la educación, resulta esencial.

Puede parecer, desde la óptica externa al mundo educativo, que todos los docentes funcionamos igual, que todos los centros tienen las mismas dinámicas y que incluso las aulas son réplicas más o menos exactas, pero ciertamente las diferencias son cada vez mayores entre los grupos de docentes que estimamos el proceso educativo como algo mucho más amplio que lo que sucede al transmitirse información y requerirla en una evaluación calificativa. Pero hay, sin duda, un grupo numeroso de docentes que ven de este modo el proceso educativo. Un gripo que se ve atacado cada vez que hay un movimiento educativo que hace tambalearse su status quo y su zona de control, que modifica sus parámetros aprendidos, sus credenciales, su rol y sus circunstancias del día a día. Y esto sucede en parte porque replicamos con muchísima frecuencia el papel que hemos vivido como alumnado, pero del otro lado. Un sesgo del superviviente que reafirma nuestras acciones sin cuestionarlas, o cuestionando los factores externos únicamente in una introspectiva sobre nuestras propias acciones y sus bases.

Además, resulta muy fácil atacar el papel de la pedagogía como demonio catalizador de todos los males, de aquellos que han hecho menos sencillo “dar clase”, forma coloquial en la que intuimos que el docente es el centro y la transmisión de conocimientos (frase también poco acertada) el modo de llevarlo a cabo. Hasta tal punto ha llegado la cosa que ciertos grupos de docentes la han convertido en culpable de todas las (malas para ellos) leyes y supuestos legislativos que han entrado en los últimos 15 años en nuestro sistema educativo. Lo cual es completamente falso.

Pero no es menos cierto que si queremos otro tipo de profesorado, otro que no considere de esta forma el papel de la pedagogía, que tenga otra mirada hacia la diversidad, un profundo conocimiento sobre las dinámicas de enseñanza en las que prima no únicamente la parte cognitiva deberíamos pensar cómo modificar seriamente la formación inicial del profesorado para cualquiera de las etapas o, por lo menos, cambiar a una gran parte de los docentes que están están al cargo de la formación del profesorado y que replica los mismos males o no tiene conocimientos suficientes para hacer llegar las diferentes modalidades, supuestos y desarrollos al futuro profesorado.

Del mismo modo, sucede en las ofertas de empleo, donde los reclutadores presentan el mismo perfil del que hablamos, por lo que resulta tremendamente complicado conseguir un grupo docente en estas etapas que modifique sustancialmente el panorama educativo si el guardían de la puerta tiene un perfil bastante antagónico.

Realmente, resulta desalentador cómo parte del profesorado, sobre todo aquel que se encuentra en la etapa de secundaria (y también en la universidad) tiene un conocimiento tan parco sobre el papel de la pedagogía y, dentro de esta, las diferentes actuaciones de las propuestas metodológicas. Resulta más necesario que nunca mostrar ciertas cuestiones para dejar claro el papel de los diferentes agentes educativos.

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El papel de la pedagogía en la enseñanza

Decir que las metodologías activas ponen al alumno en el centro del proceso de aprendizaje es una obviedad reutilizada una y mil veces, una suerte de frase hecha que se ha tornado en tópico… sería necesario encontrar otro modo de decirlo. En realidad, se intenta fomentar en el alumnado un papel más activo en su propia educación: en la toma de decisiones, en las propuestas de evaluación formativa, en el desarrollo de proyectos, en la valoración, crítica y construcción de productos finales que sirvan como muestra de su aprendizaje, de la generación de discusiones y aceptación de otros puntos de vista y realidades, en la reflexión, etc.

Esto contrasta con los métodos tradicionales donde el profesor es el principal protagonista. Al utilizar metodologías como el aprendizaje basado en proyectos o el aprendizaje basado en retos o formas de potenciar el trabajo cooperativo se promueve un aprendizaje más profundo y significativo donde el estudiante recibe información, sí, pero también la analiza, la experimenta, la cuestiona, la aplica… y reflexiona sobre ella a diferentes niveles. O así debería ser.

Esto implica una mayor responsabilidad y complejidad, pero también una oportunidad para desarrollar habilidades esenciales como la autogestión, la resolución de problemas, de emociones, de informaciones y de tiempos y la capacidad de trabajar de manera autónoma y colaborativa.

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Las archiconocidas (o no) Soft Skills

Las habilidades blandas o «soft skills», como la comunicación, el trabajo en equipo, la empatía y la resiliencia, son cada vez más valoradas en el mundo laboral y en la sociedad en general. Algunos docentes las critican en base a esto mismo, al conectarlas con una visión mercantilista y laboral, pero en realidad no es ese el enfoque correcto. Las habilidades blandas o habilidades basadas en la personalidad son necesarias y útiles por si mismas, por su innegable necesidad de poner en práctica para las personas en su propia vida y en su desarrollo social. La educación actual debería enfocarse no solo en el conocimiento académico, sino también en estas habilidades esenciales. Las metodologías activas, intentan promover un trabajo REAL en equipo (no una suerte de conjunto de tareas que se reparten y que vuelven a unirse al final del proyecto… eso tiene muy poco de cooperación) y la comunicación constante, la adaptabilidad, la ética, el desarrollo socio-emocional pone en juego muchas habilidades que, de otro modo, quedarían ocultas y desechadas hasta encontrarse en otros contextos en los que sí son valorados.

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Las necesidades (o no) para el futuro del alumnado

El mundo está cambiando rápidamente (y eso que solo somos conscientes de las esferas en las que tenemos presencia, dicho de otro modo, ni nos enteramos de cómo avanza o afecta a otras personas de otros entornos de trabajo, sociales, económicos…) y con él, las habilidades y conocimientos necesarios para poder desenvolverse en este mundo. La educación debe preparar al alumnado no solo para una sociedad dinámica sino diametralmente diferente. Si esto era cierto desde hace ya años, la irrupción de la IA generativa o de la robótica lo ha demostrado a marchas forzadas. Esto implica fomentar la adaptabilidad, la creatividad y la capacidad para el aprendizaje continuo, el aprender a aprender es más necesario que nunca. Estas son habilidades que se refuerzan a través de metodologías activas y una pedagogía centrada en el alumnado.

Y aunque esto puede parecer obvio, hoy en día este acercamiento está recibiendo un ataque absolutamente desproporcionado, sin base alguna y desde posturas totalmente ancladas en opiniones (que no hechos) que no tienen que ver con el pasado sino con una visión de la sociedad y del papel del docente.

Este ataque viene acompañado e otros frentes que parecen estar abriendo brecha en la opción pública: el uso de dispositivos tecnológicos en educación, las formas que deben ser usadas en le aula, el rol del docente, el papel que juega la evaluación, los deberes o la disciplina. Todos ellos desde un enfoque bastante ”antiguo” (por decirlo de forma amable) que tiene como punto en común la falta de formación (e información) igualando pedagogía con las pseudociencias, la evaluación con la calificación, el docente como el líder absoluto y absolutista o la tecnología como agente perverso.

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Quizás debiéramos hablar del papel de la pedagogía y su conexión con el aspecto social del aprendizaje

La pedagogía, entendida como la ciencia y el arte de educar, desempeña un papel vital en la comprensión y mejora de los procesos de aprendizaje, pero también vive y bebe de la concepción de la sociedad y de los roles, conexiones y formas de entenderse y participar por parte de los miembros de la comunidad escolar. En su relación con el aspecto social del aprendizaje, la pedagogía no solo aborda cómo aprenden los individuos, sino también cómo interactúan estos procesos con el contexto social y cultural en el que se desarrollan.

Desde una perspectiva histórica, la pedagogía ha evolucionado significativamente, pasando de un enfoque centrado en la enseñanza a uno centrado en el aprendizaje (la manida frase “el alumno es el centro de su propio aprendizaje) y, más recientemente, a uno que considera las interacciones sociales como fundamentales para el proceso educativo. El desarrollo de una persona está profundamente enraizado en el contexto social y cultural. Por ello, las interacciones sociales no solo juegan un papel en el aprendizaje, sino que son fundamentales para el desarrollo cognitivo.

En la práctica, esto significa que la pedagogía debe diseñar experiencias de aprendizaje que no solo transmitan conocimientos (que sí, que o importantes… que si no lo decimos parece que se esté afirmando que no son necesarios) , sino que también fomenten la interacción social y la colaboración. El aprendizaje cooperativo se basa en la idea de que los estudiantes aprenden mejor cuando trabajan juntos hacia un objetivo común. Esto no solo mejora la retención de conocimientos, sino que también desarrolla habilidades sociales como la comunicación, la negociación y el trabajo en equipo.

Además, la pedagogía actual reconoce la diversidad de experiencias y perspectivas que los estudiantes traen al aula. Cada estudiante trae consigo su propia mochila de experiencias vitales que influyen en su aprendizaje. Una pedagogía efectiva debe reconocer y valorar esta diversidad, utilizando estrategias que sean inclusivas y que permitan a todos los estudiantes participar plenamente en el proceso de aprendizaje. Este es un punto que a día de hoy, increíblemente, está siendo cuestionado. Cuestionado el hecho de que la diversidad, los grupos heterogéneos son más importantes y más ricos que generar un grupo homogéneo en cualquier etapa educativa que busque un concepto de aprendiaje que vaya más allá de lacompetetividad individualizada o purametne el mayor desarrollo en contenidos, y eso no es lo que debiéramos buscar en las etapas educativas obligatorias.

Es evidente que cuando hablamos de diversidad entendemos el enfoque más abierto posible y sí, es necesario que existan personas de todo tipo en los agrupamientos porque los aprendizaje son mucho más que la parte de cognitiva.

Manel Rives
Manel Rives
Docente que trabaja con diferentes tecnologías, e intenta ayudar al alumnado a potenciar su creatividad y a realizar sus proyectos mediante tecnologías audiovisuales con nuevos dispositivos. Apple Professional Learning specialist & LinkedIn Learning Author

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