Cuántas veces hemos oído aquello de «nunca es tarde par aprender» o «no te acostarás sin saber una cosa más». Son frases hechas, lo sé, pero también están basadas en enormes cantidades de experiencias personales que han llegado a convertirse en parte de un refranero castizo, pero no menos cierto por ello. Y, de hecho, cada cierto tiempo me descubro aprendiendo de la cruda realidad. Como suele decirse, «a golpes».
Y es cierto, aunque uno ya tiene 45 años y cree que lo ha visto todo o casi todo, realmente sigues sin conocer muchas cosas. La vida da vueltas, juega al escondite contigo y te demuestra, una vez más, que estás muy lejos de saber algo. Decía Sócrates:
Yo sólo sé que no sé nada
Me resultan misteriosas las personas, nuestras formas de organizarnos y relacionarnos, de llegar a acuerdos, de querer ser alguien o de tumbar ilusiones.
La forma en la que seguimos creyendo que podemos cambiar cosas cuando, a nuestro alrededor, sólo encuentras ejemplos de lo contrario. Cuando te das cuenta de que llevas más de 4 años hablando de Design Thinking en la escuela como forma real y tangible de cambiar las cosas a pequeña y GRAN ESCALA y sólo le importa a los amigos.
Cuando ves que los dioses del Olimpo (vosotros ya sabéis a quien me refiero) babean con el término pero ni lo han interiorizado ni les interesa hacerlo. Eso si, sacarán tajada económica alguno que otro, que bien se lo montará. Mientras, tú seguirás mirando con ojos incrédulos lo que sucede.
Y lo mismo vale para tantas otras tantas cosas de las que llevo hablando tanto tiempo: creatividad, tecnología transparente (hasta creo que he sido yo el primero en utilizar el término… debería haber nacido en EE.UU, ya habría publicado algún libro sobre ello), STEAM, mentorización. Pasan los años, sigues peleando y viendo como algún lumbreras -político o política, tanto da- descubre el pozo de los deseos del STEM ni sabiendo lo que significa, inventan la inútil «aula digital» (a saber: Internet, PDI, cañón y ordenador para el docente) o llevan a cabo un estúpido curso sobre mentorización que no sirve más que para dejar las cosas como estaban.
J***r!! cientos de millones de euros y decenas y decenas de personas trabajando para llegar a esa mísera conclusión.
Pero lo peor, lo peor de verdad… es cuando acaricias una oportunidad de hacer algo que vale la pena, algo en lo que realmente llegas a creer y en la que pones ilusión, porque ves un hueco por donde penetrar en esa MATRIX que tiene adormecida a la educación. Llegas a creerte Morpheo intentando hacer despertar a unos pocos para darte cuenta de que nada más lejos de la realidad.
Me pasó al llegar a mi actual trabajo… y me ha vuelto a pasar. Pero como dice el refranero:
Unas puertas se cierran y otras se abren
O eso te dices a ti mismo…
Comments: 6
A lo mejor no se trata cambiar a todos sino sólo a algunos. Y eso Manel lo llevas haciendo tú y otros como tú algunos añitos. Pero el gran problema son las ganas de currar y ni Morpheo se acerca para penetrar en esa MATRIX.
Si. Tienes razón. Las ganas de trabajar más las ganas de ser docente o, lo que siempre se h llamado, vocación. Y eso, parece increíble, es lo que más falta entre el profesorado.
Y otra cosa más.
Tengo la insana sensación de que el sistema premia, promueve y desarrolla la mediocridad entre el profesorado. Y esa cortapisa destroza a todo aquel que quiera salir de ella. Los pocos que aguantan son verdaderos jabatos.
El problema Manel no es que sea una sensación. Los que aguantan son «acuchillados» por compañeros, por inspectores salvaculos e incluso por padres. Y aguanta porque hay unas personas que se lo agradecen todos los días. SUS ALUMNOS.
Y por la administración, más interesada en su propia existencia e importancia en los medios de comunicación, que en apoyar al profesorado que cambia sinergías. La que más obstáculos pone, sin duda, junto al resto del profesorado.
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