Hace pocos días tuve la oportunidad de poder convivir con otras personas en una experiencia de las que te embriagan, porque hay gente que cree en ti y en lo que comunicas, en lo que vives y en lo que transformas cuando estás trabajando con niños. Fue en el I Foro de educación Faro Impulsa, pero esa es otra historia que contaré otro día…
Esa experiencia trajo un feddback de Elvira Fernández Pena (que no conocía hasta ese momento) en un blog muy interesante llamado «Atención Selectiva«, con una entrada titulada La educación emocional no es para todos, una reseña del I foro Faro Impulsa. Tengo que decir que como resumen (sobretodo en lo concerniente a la educación emocional) es muy acertado.
Y eso me ha llevado a pensar sobre uno de los temas que más me interesan: el aprendizaje mediante dinámicas activas, uno de los que más retortijones de tripas me genera porque sigo sin ver movimientos a nivel sistémico, pero además resulta un tema que genera en algunos profesionales (y familias) un enfrentamiento casi ilógico hacia él, derivado por (lo tengo muy claro) una absoluta ignorancia hacia el tema y una desidia por eliminar dicha fractura cognitiva. O dicho de otro modo, admitir que existen mejores y diferentes formas de aprender es decirme a mi mismo que lo hago mal… y eso, como con los políticos, es muy raro de ver.
No es de rigor que a estas alturas se discuta si el aprendizaje mediante dinámicas activas es más apropiado para el aprendizaje real del alumnado, no es de recibo que el nivel de conocimientos del profesorado, sobre el que las diferentes instituciones gastan millones de euros en su formación, sea en general tan bajo.
No es de rigor que los profesionales no abracen de forma inmediata una forma estudiada y comprobada como más real, significativa y apropiada para el alumnado de hoy en día.
Nadie dice que no haya elementos que requieran una clase magistral, nadie dice que no haya que seguir utilizando la memoria, nadie dice que no tengamos que buscar formas para conocer si nuestro alumnado “aprende” y quizás esa es la cuestión: ¿qué es aprender…? porque para muchos sólo se aprende si sacas buena nota en un examen escrito. Y eso sucede hoy en nuestras aulas con nuestros docentes. Y esos profesionales se niegan a cambiar e, increíblemente, niegan o entorpecen el cambio a otros.
Me ha alegrado muchísimo ver a tanta gente interesada en un cambio REAL en la educación, en el que el compromiso empieza por uno mismo, pero seamos sinceros. La grandísima mayoría de los docentes sigue instalado en esa situación cómoda de uso del libro de texto y argumentaciones pueriles como «tienen que ver otras formas de enseñar» o «existen otras formas válidas de enseñar«… No, no son válidas. No, no son integrales. No, no trabajan todos los elementos importantes.
Y nadie dice, otra vez, que puntualmente haya que usar la clase magistral como forma de comunicación sobre un elemento de conocimiento. Lo que decimos es exactamente eso, que debe ser puntual.
No, cuando se nos está diciendo que el mundo de nuestros jóvenes no tiene nada que ver con el nuestro ni con el pasado reciente. No, cuando nos invocan a buscar en ellos sus talentos y fortalezas, cuando nos piden que les ayudemos en sus debilidades.
Sobretodo porque se les exigirá a nuestro alumnado ya no un conocimiento extremo en una materia como única boya a la que agarrarse (eso sólo sucederá con unos pocos afortunados, y aún así lo dudo). La gran mayoría tendrá que aprender a vivir en un entorno cambiante, donde el reciclaje será continuo.
Sólo aquellos que demuestren una pasión enorme por abrazar su elemento, donde sean conscientes de su talento y asuman riesgos y desarrollen sus habilidades comunicativas, intrapersonales y interpersonales, el liderazgo o el reto de trabajo en equipo serán capaces de vivir su aprendizaje y su labor con felicidad… y eso es mucho más importante de lo que creemos, ¿o hemos olvidado lo importante que es intentar ser feliz?
Ser feliz ha dejado de ser lo que debemos enseñar en la escuela: la búsqueda de las personas, de nosotros mismos en nuestro futuro aunque cuando te haces adulto al final entiendes que eso era lo que debías haber buscado desde el principio.
Seguir enseñando para la evaluación escrita es mentirnos a nosotros mismos y seguir (los malditos) estándares es mentirles a los propios niños sobre su aprendizaje.
Y en este punto, e intentando siempre que las metodologías activas entren en el aula, uno llega a la conclusión, al igual que Elvira, que no, las dinámicas activas de aprendizaje NO son para todo el mundo.
Requiere de una visión diferente, requiere de un acto de valentía -como dicen mis amigos Javi y Sergio del CEIP Viñagrande Deiro– y compromiso en la dirección correcta. Requiere de un nivel de trabajo muy por encima a lo que estamos habituados pero sobretodo requiere de conocimientos en la materia que nos debería ocupar, que no es la de enseñar, sino la de aprender.
Conocer sobre neuroaprendizaje es conoer porqué debes trabajar con elementos como Gamifiación, porqué debes tener en cuenta el resto del cuerpo y su movimiento, porqué has de generar ilusión y emociones positivas, porqué han de estar inquietos en las mesas y porqué han de permitirles moverse, porqué deben hacer cosas con las manos y porqué el aprendizaje tiene mucho más que ver con la emoción y la pasión y mucho menos con el elemento de conocimiento.
Y por eso, las dinámicas activas de aprendizaje no son para todos, pero sí que son para todos los que quieran cambiar, y pueden hacerlo, tienen un enorme oportunidad de aprender con los pequeños y ayudarles a hacerse más grandes.
Os dejo con una de las presentaciones que realicé hace años cuando todavía vivía y trabajaba en Murcia sobre el cambio que implica ir de un libro de texto a un modelo activo de enseñanza. También la tenéis vuestra disposición en SlideShare. Aunque ya lleva tiempo en la red, creo que nunca ha sido más urgente entrar en ella.
One comment
¡Articulazo! Muchas gracias por la mención y definitivamente, no, no es para todos. Me quedo viendo la presentación. ¡Abrazo!