Hace pocas fechas me pidieron desde EvaluAcción un artículo que versase sobre el tema de la evaluación pero, aparte de los sarpullidos que me salen cada ve que alguien nombra la palabra «estándar» como si con su uso en educación el alumnado fuese más consciente de su propio aprendizaje personalizado, lo cual es un contrasentido. Aparte de eso, como decía, creí en su memento que la primera gran mentira de la evaluación es la que les ponemos a los opositores como si el hecho de superarla o no, te clasificase como mal o buen docente y, siguiendo con la mentira, con casi toda la formación que se realiza en España a través de las certificaciones.
Así que, aunque desviándome del tema esencial de la página, escribí una entrada en EvaluAcción sobre nuestra formación continua y sus pecados (o nuestro pecados).
Y por si alguien no la ha leído aún, aquí le dejo la entrada: