UN CENTRO EDUCATIVO
para todos
Estamos en pleno proceso de matricula en los centros educativos. Todos somos conscientes de que la matrícula es cada vez un elemento más preciado por múltiples motivos, en algunos casos más que en otros, algunos centros se encuentra en zonas de crecimiento o tienen una población que se mantiene estable o son de alta densidad poblacional, pero lo cierto es que contamos con una serie de variables que cada vez hacen más complicado a algunos de nosotros poder mantener la matrícula:
- La bajada de la natalidad se ha notado ede foma general
- Algunas zonas tienen más centros y el número de alumnado se ha mantenido: toca a repartir entre más
- Otras zonas cuentan con centros con poblaciones muy poco numerosas o a la baja. La España vaciada es un ejemplo de lo que sucede: centros rurales o CRAs con 10 o menos alumnos por aula.
- Zonas de alta dificultad, por encontrarse en barrios marginales o (si ya no lo son) con la fama de serlo… que por desgracia cuenta mucho todavía a día de hoy.
Lo cierto es que en muchas de esta causas faltan algunas que, curiosamente, entran a jugar cuando el centro anterior es especialmente “particular”. Ese es nuestro caso, un centro de educación primaria en una zona básicamente obrera e históricamente “famosa” por su problemática social. Curiosamente esa problemática está muy lejos de ser real a día de hoy, puedo atestiguarlo después de siete años de impartir docencia en este centro y trabajando junto a estas familias.
Por desgracia, no contamos con educación infantil, una etapa esencial en la educación de cualquier persona pero también crucial para determinar cómo es un centro y su idea de cómo debemos enseñar, o mejor dicho, como deben aprender. Hace años utilizaba en mis charlas el lema:
El alumnado en 1º de Primaria proviene de un centro que hace unos cuantos años decidió dar un paso al frente y cambiar su forma de enseñar, pasando a utilizar básicamente dinámicas activas de aprendizaje. Ese cambio cuajó de forma increíble con las familias y su expectativa de cómo deberían ser educados sus pequeños y pequeñas. A día de hoy tiene el cupo lleno y con lista de espera.
Nuestro centro continúa desarrollando de igual modo su cambio metodológico, el primero y fundamental que debe hacer un centro, más allá de los planes de la administración que van por otros derroteros no precisamente de cara a mejorar la educación. Ese cambio constante y sin punto final, como no puede ser de otro modo, empieza a tener sus resultados:
- más visibilidad del centro en la localidad (lo cual es bastante importante sabiendo que jugamos contra centros mucho más potentes, con más recursos y con mejores instalaciones)
- más alumnado en la matrícula (hemos recuperado una senda que estaba prácticamente perdida hace unos años)
- mejor recepción por parte de las familias (un hecho muy importante, porque las familias con sus hijos e hijas son el sustento de la matrícula y nuestro trabajo a veces no se ve refrendado por ellas o, en otras ocasiones, las tenemos apartadas y no contamos con ellas para nada que no sea traer al alumnado… ambos extremos no son positivos).
Sigue sin haber más resultados por desgracia. En situaciones de premios y convocatorias me encuentro en un dilema que no sé resolver: presentamos proyectos realmente poderosos, lo creo sinceramente, y apoyados en dinámicas que sé al 100% que no hace prácticamente nadie y sin embargo… seguimos igual. Una vez un colega de profesión me dijo que yo hablaba de cosas que no contemplaba ni el 5% del profesorado y, algo que parecería jugar a favor, en realidad nos deja fuera de muchas partidas.
Tengo la sensación de que las diferentes convocatorias oficiales están más pensadas para que, desde arriba, se congratulen de sus propias iniciativas internas más que de la búsqueda de una innovación real con realidad en el aula. Parece que si tu proyecto, aunque sea estratosférico, no encaja en el octaedro formalizado con sus puntos baremados y diferentes evaluadores, entonces no tiene cabida… aunque esté a años luz por delante de lo ofrecido por la propia administración que, además, beneficia a aquellos centros que siguen sus planes.
La innovación no puede decidirse desde arriba con parámetros internos…
Sin embargo, lo que si nos llega es el aumento de matrícula… lo cual es objeto de alegría. Y también nos llega alumnado en otros niveles educativos además del inicial, y nos llega por otros motivos. Alumnado al que no se le había dado la oportunidad o el trato que necesitaba en otros centros educativos. Alumnado que, en muchos casos, traen consigo cierta “casuística” intrínseca complicada.
Y es ahí a donde voy. Curiosamente esta semana en ciertos ámbitos de las redes sociales locales, las familias hacen saber sus opiniones: “mi centro es fantástico, gran implicación de los profes, trabajan muy bien…”.
Algunos de esos centros los conozco y, como poco, su educación es tradicional (nada que objetar en ese punto) sin ninguna especial atención a alumnado complejo. No tengo nada en contra de estos centros ni de esa forma de enseñar, o por lo menos nada especial que no haya dicho antes sobre la falta de actualización metodológica o de una verdadera inclusión. Pero me ha hecho pensar seriamente sobre el tema…
¿Somos mejores docente porque el alumnado saca más dieces? ¿Somos mejores docentes porque enviamos más deberes a casa y parece que trabajamos más? ¿Lo somos porque en toda nuestra clase no hay elementos disruptivos y podemos ir todos a la vez? Cuando me asaltan estas cuestiones, vuelvo a mis queridos tigres y gallifantes. ¿De verdad era complicado impartir docencia a muchos de ellos? ¿Tiene mérito dar clase a alumnado que prácticamente van solos? Cualquiera podría ponerles el libro de ciencias naturales y explicar lo que pone en la página 56 y dejarles hacer las actividades… ¿tiene mérito eso? Yo creo que no. No tengo mérito en dar clase a muchos de mis Tigres y gallifantes.
Lo que sí tiene mérito es trabajar de otro modo en aulas con escasos recursos y con diferentes tipologías intentando que cada unos de sus talentos fluya, teniendo en cuenta la diversidad y, con los casos con mayores handicaps trabajar con ellos para que puedan crecer y sobre todo CREER en ellos mismos. Eso SÍ tiene mérito… y lo hacen muchos docentes que no se llevan la gloria o no ven la matrícula crecer del mismo modo.
Lo que me lleva a la siguiente cuestión. Nuestro centro recibe bastante alumnado en los últimos años que escapa de la forma “clásica” de recibir docencia, alumnado “neuroatípico”, “rebotado”, “desilusionado”, “triste”, “desmotivado”… y viene a nuestro centro porque intentamos adecuarnos nosotros a ellos y no ellos a nosotros. Cada vez tenemos más alumnado de este tipo… y algunas voces docentes empiezan a cuestionarse si no nos estaremos convirtiendo en un centro gueto que además puede hacer escapar a otro tipo de alumnado más típico… es una preocupación sensata, y no porque no queramos a este alumnado diverso, sino porque tenemos los recursos que tenemos y con ellos lelgamos hasta donde podemos llegar, aunque queremos un centro diverso, con alumnado diverso y profesoado diverso: eso debería ser la sociedad, y cualquiera que trabaje en temas de creatividad e innovación usando Design Thinking sabe que es una de las premisas absolutamente necesarias para poder tener éxito.
Y sin embargo no he visto en esas redes sociales locales nada referido a este tema y es algo que me preocupa como ciudadano. Supongo que si no tienes un hijo/a con esta problemática, no es un tema que te aplique, pero debería. Los centros educativos no deberían medirse por el número de sobresalientes ni por sus instalaciones, algunos tienen las que tienen no porque las hayan decidido así, no está en su mano mejorarlas sino en la de los políticos… y ya sabemos qué motiva a los políticos. Tampoco por sus actividades extraescolares (que son interesantes por supuesto, pero no definen un centro). Una de las medidas, independientemente del viaje que realicen nuestros hijos e hijas, debería ser cómo tratan la diversidad sus docentes, como incluyen a todo el alumnado y cómo trabajan con ellos.
Y vuelvo a repetir que tenemos los recursos que tenemos. Por desgracia la administración sigue utilizando unas medidas que sólo le beneficia a ella. Número de aulas x número de docentes y especialistas. Y no es lo mismo contar con un aula de 18 con 2 extranjeros, un repetidor, 2 neuroatípicos y un miembro de familia desestructurada por resultado de violencia de género que un aula con 20 alumnos/as. En absoluto. Y en ambos cuentan exactamente con los mismos especialistas y, por desgracia, de la segunda aula se hablarán maravillas más que de la primera en las redes sociales de los adultos. Y creo, sinceramente, que eso dice muy poco de nosotros como ciudadanos.
Desgraciadamente, en el mundo real, seguimos teniendo los mismos recursos en donde, para la administración, no priman las necesidades, priman los números. Así que con más necesidades, mientras tengas el mismo número de aulas, tendrás los mismos especialistas, docentes de apoyo, financiación. Sácalos de los otros programas que también tienes que crear, administrar, potenciar: biblioteca, TIC, convivencia, extraescolares, normalización… ¡qué bonito se ve desde los sillones que mandan y que no viven el aula!
Uno de estos niños “fuera del estándar” llegó procedente de otro centro a principios de curso, junto a una madre angustiada y tremendamente preocupada. Ese niño llegó triste, desmotivado, ausente, intentando evitar todo lo relacionado con aprender. Hoy, ese niño, que tiene a una profe impresionante, tremendamente competente, de lo mejor que he visto en 30 años de profesión, le dice a su madre “voy al cole de los niños felices”. Puede parecer poco importante, y por desgracia para muchos docentes lo es, lo esencial es el contenido y aprobar ese examen de su (absolutamente necesaria para su futuro) materia, incluso posiblemente para algunas familias que ven los sobresalientes y las décimas por encima del corte en la EBAU como objetivo pueda parecer algo intrascendente. Podríamos argumentar la importancia del buen humor, de la oxitocina, incluso de la segregación de dopamina al anticipar que va a ir al cole a disfrutar, de la noradrenalina al hacer las actividades y su efecto sobre el cerebro. Pero creo que es suficientemente importante (más importante si cabe) que simplemente viene FELIZ al cole.
Construir escuela es comenzar por valorar cómo es el centro en el que dejamos a nuestro alumnado y qué tipo de educación proporciona a todos ellos, a TODOS ellos. Contar con los recursos dependiendo de tu alumnado debería ser un requisito indispensable. Tener centros diversos también. Que las familias trabajen a tu lado, que la administración te deje crecer desde dentro, que los objetivos sean más ambiciosos que la simple calificación. Eso es EDUCAR… que a veces se nos olvida que debería escribirse todo con mayúsculas.