Las conocidas en el mundo empresarial como «soft skills» están siendo exigidas por muchos expertos como elementos de primer orden para ser desarrollados en las aulas. Aquí algunos las denominan «habilidades transversales» y ciertamente pueden y deben estar presentes en cualquiera de las asignaturas en las que dividimos artificialmente el aprendizaje.
Pero cada vez que pasa más tiempo, creo que son éstas, las soft skills, las que de un modo u otro quedan más impregnados en las mentes de los más pequeños, las que determinan en un grado elevado las capacidades necesarias para que el adulto del futuro se desenvuelva en un entorno conflictivo desde el punto de vista del trabajo, de la gestión o de la vida personal.
Las soft skills incluyen cuestiones como:
- Ética
- Resolución de conflictos
- Pensamiento crítico
- Pensamiento creativo
- Gestión del tiempo
- Autoconfianza
- Trabajo en equipo
- Gestión emocional
- Capacidad comunicativa
Recientemente, Australia ha determinado que el próximo curso (que allí comienza en enero) los docentes impartan estas habilidades transversales.
El problema de las soft skills que, a su vez, es su mejor baza, es que precisan de ser utilizadas en situaciones de aprendizaje basado en dinámicas activas, lo que viene a decir que únicamente trabajando por proyectos y mediante retos en entornos colaborativos dentro del aula, el alumnado será capaz de desarrollar dichas habilidades.
Deberíamos centrarnos mucho más en desarrollar este tipo de habilidades que seguir ejerciendo el foco en la parte de contenidos que, diga lo que diga una ley, es lo que llevamos haciendo en las aulas durante decenios.
Y, a su vez, eliminar los desastrosos estándares que tanto daño están haciendo a las curvas de aprendizaje individual de cada alumno aunque, pensándolo bien, también es lo que llevamos haciendo toda la vida, no? Valorar a las personas por el mismo contenido, al mismo tiempo y por el mismo rasero.
Pero, para ello, precisamos que el propio profesorado entienda que esto es una auténtica necesidad. Y no es tarea fácil. Hoy precisamente he podido ver cómo a alguien cercano le siguen evaluando únicamente por lo que aporta en un examen, siguen exigiendo que su comportamiento en el aula sea de participación sin mirar si existe alguna causa ulterior para no hacerlo, y siguen enseñando los temas (hiatos y diptongos es lo que toca sufrir estos días) como eje central de su proceso de enseñanza.
Y se visten de trabajo colaborativo simplemente porque están sentados en mesa de a cuatro y alguna vez trabajan en grupo (sólo alguna, no vaya a ser) para cuando tienen que realizar algo “en equipo». No me parece que sea una actitud docente y un foco acorde a los tiempos. No lo es.
El desarrollo de la gestión de tiempo, de conflictos o de las emociones de uno mismo son esenciales en un entorno en el que tenemos que socializarnos, argumentar, debatir, perder y ganar en ocasiones. Del mismo modo que la ética o la autoconfianza no se ganan estudiando de memoria contenidos o realizando exámenes estandarizados. Y ya no digamos el pensamiento crítico o el creativo. De la misma manera que una persona no alcanza una competencia TIC porque le hagan exámenes memorístico de las partes de una ordenador. No, no es competente. Pero demasiados docentes siguen haciéndolo así.
Es esencial que las habilidades transversales entren en nuestras facetas docentes del mismo modo que entraron en su momento la tecnología en el aula… uy, perdón!!!! Es cierto, llevamos casi 25 años introduciendo TIC y seguimos haciendo lo mismo día tras día (nos traen tecnología desfasada, crean lamentables y carísimas plataformas públicas de libros digitales o el profesorado siguen haciendo un uso masivo de tareas repetitivas con el JClic o HotPotatoes o siguen un libro digital.
Casi es mejor que no intenten repetir el modelo de introducción de la tecnología en la aulas con aspectos como las soft skills. A los niños les irá mucho mejor.