Schwarzenegger es un conocido actor de origen austriaco pero afincado en EE.U. muy dotado físicamente pero no tanto en sus dotes de actor. Su tipologia antropométrica deja a las claras la cantidad de ejercicio de potenciación para desarrollar la musculación.
Pero, para mi, también es un tipo de docente. Yo lo llamo el «docente Schwarzenegger». Y su definición sería tal que así:
Dícese de aquel docente que cree que su actividad académica para con el alumnado tiene sentido al buscar el perfeccionamiento de lo profesional hasta el más alto nivel. Más propio de lo militar, ausenta toda clase de diversión o disfrute intrínseco. Docente que establece objetivos que, mediante la repetición extenuante, la élite, y sólo la élite, será capaz de alcanzar, dejando al margen a todo aquel que no merece vivir en consonancia con esa práctica fuera de la absoluta profesionalización.
Son profesionales dentro del mundo académico que exigen lo máximo de su alumando desde una perspectiva jerárquica y supervisora. Con una visión claramente arcaica, tratan al alumnado con esa desidia que genera el sentirse superiores.
Voy a explicarlo de otro modo:
¿dónde encontramos al «docente Schwarzenegger»?
Desgraciadamente en muchas áreas del conocimiento pero, personalmente, me duele más encontrarlo en aquellas en las que espero que su objetivo sea contrario al máximo rendimiento y mínimo disfrute: las artes y la actividad física. Todos hemos tenido docentes de este tipo y, lamentablemente, siguen existiendo en el sistema educativo.
Ese docente de educación física fuerte y atlético con tabla de resultados en la mano que se dedica a exigir a su alumnado que salte ese plinto con piernas abiertas, un pino puente, 60 flexiones en tiempo record o el «spagat», cosa que consiguen muy pocos. Lo importante es el resultado, argumenta, y lo que sí consigue es que la mayoría de las niñas y niños se lleven un golpe tremendo que acaba por desmoralizar a corto plazo y rechazar la actividad física a largo plazo. Lo mismo sucede cuando exige resultado y conocimientos teóricos sobre diferentes deportes mediante exámenes escritos.
O ese otro docente de música que exige tocar a la perfección un instrumento, solfear como un experto o cantar como los ángeles… repitiendo repitiendo y repitiendo y quien no lo haga no merece ni aprobar la asignatura.
Y cuando no repiten, introducen la música desde los albores de los tiempos y no es de lo más cercano, como dicen los manuales del buen docente de etapas iniciales.
Al igual que su homólogo en EF, consiguen justamente lo contrario: que los pequeños escapen de la música lo antes posible para no seguir sufriendo.
También tenemos a este otro docente, el artístico, al que cualquier creación le parece pobre. Ya sabéis niños
Lo importante es no salirse de la linea
Pintar fichas (de un libro de texto destinado a educación artística) idénticas a todo aquel que trabaja en un radio de 100 metros cuadrados. No contento con esto, realiza exámenes de estilos y autores, exigiendo un conocimiento de la vida y obra del artista en cuestión. Lo de «vivir el arte» queda para otras reencarnaciones.
Pues si… esos son los «docentes Schwarzenegger». Y mientras profesionales de las artes como Juanjo Mena mantengan que el alumnado de educación secundaria debe aprender a leer una partitura (pero podéis cambiar esto por realizar programación (coding)). Mientras eso suceda, no conseguiremos más que el efecto contrario. El alumnado escapará de las artes o de la actividad física como lo hacen de las matemáticas, lenguas o ciencias cuando conseguimos, con mucho empeño por nuestra parte, que lleguen a odiarlas.
¡¡Cuánto ganaríamos si nuestro objetivo empexase por conseguir que la mayor parte de la gente quisiese realizar actividad física, deporte, artes plásticas, música, teatro… a lo largo de su vida personal y no sólo destinad para aquellos que lo requieren como salida profesional!!
Comments: 2
La realidad querido Manel es que la educación física es una de las áreas preferidas por el alumnado. Siempre comento, que los maestros de EF somos los que demostramos que a través del juego y la diversión es como mejor se aprende.
No me gustaría pensar que porque un alumno no llega a aprobar EF yo soy un profesor tipo Arnold. No es cuestión de perfección sino de aprendizajes mínimos.
Muchas gracias por participar, Mateo.
Yo aprobé la oposición por EF y en ella trabajé varios años (15 como poco) hasta que se me quedó corta y yo quería hacer mucho más 🙂
Claro que es la preferida por el alumnado, o por lo menos recuerdo que conmigo disfrutaba… o eso creo 🙂
Nunca he tenido claro que suspender una asignatura signifique que el profesorado lo estamos haciendo bien y es la decisión correcta. Y hasta me atrevo a decir que en bachillerato es incluso un crimen rebajar la nota sabiendo que la selectividad ya es muro suficiente. Sabes tan bien como yo que hay docentes que suspenden su asignatura a alumnado para dejarles una asignatura pendiente hasta septiembre (da igual la asignatura) cortándole enormes opciones de elección en su futuro. Me parece una barbaridad y, en este caso concreto, un perverso endiosamiento del docente. Como si si signatura fuese esencial para le futuro de la humanidad.
Pero tampoco intento criminalizar al que, en su criterio, decide que el alumno debe suspender (aunque haría mucho que hablar sobre las causas de esa decisión y si es la única opción que existe) sino sobre la actitud de algunos docentes de actuar desde un púlpito y exigir unos resultados a todas luces exagerados.
¿Contamos la cantidad de docentes que se vanaglorian por tener la mayor cantidad de suspensos? ¿todos sabemos de alguno verdad?
Pues de estos hablo en la entrada.
Y me duele que existan estas personas en áreas que deberían buscar otros objetivos: que el alumnado abrace la música y quiera seguir aprendiendo fuera de su tiempo escolar, que le seduzca escuchar rock como ópera o barroco, que quiera aprender a tocar un instrumento por lo que vive en las aulas de su centro, ese debería ser nuestro principal objetivo.
Y lo mismo para EF… algunos son tan fieros que consiguen que los jóvenes no quieran acercarse a una actividad física tan pronto abandonan la escolaridad -diametralmente lo contrario de lo que deberíamos perseguir, ¿no?. Yo mismo sufrí en mis carnes la vergonzosa forma de destrozarme (la espalda y la autoestima) exigiéndonos hacer el pino, y me costó años intentarlo de nuevo delante de personas… imagínate!!!! y lo mismo puede estar sucediendo a miles de niños y niñas.
Cuántos niños y niñas increíblemente creativos ven cortadas sus alas porque el docente de turno decide quién sabe o no sabe pintar, o qué es importante en la imaginación de los pequeños.
De esos docentes estoy hablando.