Una vez más, el gran Ken Robinson , al que siempre citan en los inoportunos y lamentables intentos de contrarreformas educativas (sólo hay que echar un vistazo a la introducción del anteproyecto de la LOMCE y luego ver como intentan hacer todo lo contrario).
Concretamente hace una gran comparación con el modelo de restaurantes de comida rápida y los restaurantes de calidad, en los primeros la estandarización y en los segundos la personalización. Desgraciadamente estamos escogiendo el primer modelo, la estandarización, la supervisión externa, el agrupamiento heterogéneo, todo para conseguir el objetivo totalmente opuesto a la búsqueda del talento: la creación de trabajadores cualificados y estandarizados en un mundo industrializado.
Todavía no se han percatado de que ese mundo es cambiante, tanto que invalida cualquier reforma educativa diseñada para ese fin.
Y por otro lado, siempre creemos que la felicidad viene dada por el nivel educativo que se alcanza: cuanto más alto, mejor, ¿verdad? ser feliz está ligado a poder realizar en tu vida los sueños y aquello que te apasiona, y eso no está ligado a conseguir un doctorado o una licenciatura.
Aprender es algo much más amplio y verdadero. Y la escuela no está reaccionando a esa necesidad. Lo único que une a la mayoría de las personas que han marcado un antes un después en nuestra sociedad durante los últimos años, es la pasión por lo que hacen, no su nivel educativo.