Implicación…

Implicación…

Los docentes creemos que tenemos la vara de la justicia en los temas educativos y el santo grial del aprendizaje. Creemos que somos nosotros los únicos que sabemos educar y demasiadas veces vemos como injerencia el hecho de que cualquier otra persona (y si son padres más todavía) venga a decirnos algo acerca de cómo son los niños o qué deben aprender.

Hay madres que salen de una guardia de 24 horas y se dejan la piel al lado de su hijo para que no vaya mal en el centro, para dar aquello que necesita aunque existan muchas dudas de que lo que reciben en el centro sea lo que necesita aprender. Y también hay familias que poco o ningün caso hacen al niño y éste sufriendo las consecuencias. Y nadie en el centro parece tener la mínima intención en tener eso en cuenta ni lo que puede implicar al pequeño.

Familias que se pasan horas en el centro intentando dilucidar qué futuro es el mejor para sus hijos y los de los demás, intentando generar dinámicas y proyectos absolutamente innovadores que los propios docentes se atrincheran en contra para no salir de su zona de confort. Poruqe no les vana adecir a ellos qué tienen que hacer.

Eso si, en el ideario o estatutos de dicho centro (y de los propios docentes) se nos llena la boca de «atención individualizada», «aprendizaje integral» y otros modismos que defendemos en los papeles pero que practicamos demasiado poco. O acaso no es lo que pasa con la enseñanxa y evaluación por competencias…

Es muy triste ver a docentes defender trabajos mediocres en el que los propios niños mantienen un papel decimonónico mientras nuestra medida de valorar el trabajo se basa en horas dedicadas y sueldo. Al mismo tiempo protestamos porque al «bicho raro» que genera dinámicas diferenciadoras, al que se parte el espinazo aprendiendo neuro-aprendizaje, dinámicas activas, tecnología, inteligencia emocional… se le trata mejor, tiene mejor horario o recibe más paga.

Creo que es un gran error considerar a todo el profesorado igual, porque no todo el mundo genera el mismo valor añadido. Creo que es momento de valorar el talento de los docentes, su excelencia (esa que dice buscarse en el alumnado pero que el profesorado se niega a aceptar en si mismo) y su capacidad de generar cambio y recompensarlo de algún modo. No sé el modo pero de alguna forma hay que hacerlo o perderemos la mejor materia prima que tiene la educación.

De la misma forma, los docentes no podemos dejar al margen a las familias, oírlas pero no escucharlas o sólo atenderlas en su papel de mero conductor del menor desde casa al centro. Las respuestas profesionales que reciben las familias por parte de algunos docentes no serían de recibo si se las pedimos a un médico o a un ingeniero que construye un puente. Creo que la implicación del docente con su alumnado y con las familias y el de las propias familias con sus niños y con el centro es un arma de incalculable poder que estamos dejando pasar y es hora de darle la vuelta.

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Yo lo veo en casa, lo veo en mi aula y las familias de los tigres y gallifantes y lo vi ayer mismo en un centro educativo reunidos con familias hasta casi las 11 de la noche, familias que quieren transformar el colegio, hacerlo avanzar.

Las familias volcadas en generar más que en pedir y en aportar más que en exigir. Y eso es algo tan valioso que perderlo es el mayor de los fracasos en educación.

Manel Rives
Manel Rives
Docente que trabaja con diferentes tecnologías, e intenta ayudar al alumnado a potenciar su creatividad y a realizar sus proyectos mediante tecnologías audiovisuales con nuevos dispositivos. Apple Professional Learning specialist & LinkedIn Learning Author

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