Muchas lunas después de haber empezado a trabajar con niños y niñas, mucho tiempo después de haber acabado una carrera que, supuestamente, me iba a enseñar a hacer esto mínimamente bien, muchos años después de haber empezado a trabajar con niñas y niños de edades entre 6 y 12 años… me di cuenta de que sabía muy poco… muy perdido andaba.
Y el darse cuenta de que sabes poco… es el primer paso para poder subsanarlo. Lo llamo el «síndrome del borracho«… sólo una persona que sea consciente de que tiene un problema con la bebida puede intentar cambiar, puede dar el primer paso definitivo para ser otro tipo de persona que no dependa de esa droga.
Y nos guste o no… al resto de personas nos pasa lo mismo. Si no somos conscientes de que tenemos un problema, nunca vamos a poner de nuestra parte para solucionarlo. Y en la docencia, lo siento mucho, nos pasa mucho de esto.
No somos conscientes de que tenemos muchas lagunas de conocimiento (y de actitud, no nos engañemos) en cuanto a lo que podemos y debemos hacer en el aula. El nivel de conocimiento pedagógico, tecnológico, pero sobretodo metodológico entre nuestro cuerpo de profesionales es preocupante… y es peor (hablando de grupos de personas) cuanto más subimos por las etapas educativas.
Esto todavía resuena en mi cabeza después de una de esas arduas e infructuosas discusiones fuera de tono en twitter con quien la palabra «emoción» nunca va a estar ligado a un aprendizaje, ni siquiera como elemento esencial que interviene, Simplemente no está. Y esa falta de conocimiento es peligrosa…
Me decían hace poco en una discusión sobre formas de trabajo en el aula, calificaciones y boletines que «yo sí tengo en cuenta el apartado emocional…» y yo pensaba «a ver cómo termina la frase…».
¿Es esto lo único que sabemos y debemos hacer? ¿bajar o subir notas? ¿No somos capaces de mirar más allá? Hablar de aprendizaje profundo, de SEL, de dinámicas con rutinas de pensamiento, de trabajo metodológico cooperativo, de un uso diferente de la tecnología en el aula… Estamos muy lejos de una meta volante en esta carrera hacia una educación mejor.
Toda esta retahíla, viene al caso en lo que hoy os propongo. Una guía -que no es mía sino de BigLifeJournal que he traducido para compartir con vosotros (sí, sí, les he pedido permiso). Y es que algo tan cotidiano, tan inmediato, tan necesario como es el saber qué les dices y cómo se lo dices es algo que hacemos con una alegría y con tan poca percepción de las consecuencias que me parece tremendamente importante realizar bien.
Está demostrado que la interacción del docente, las expectativas que genera y la forma de comunicarse verbal y no verbalmente con el alumnado es uno de los factores más determinantes en el proceso de aprendizaje. Así que hoy una pequeña guía sobre como dirigirse a ellos… que a todos nos viene bien recordarlo.