Foundations
The lowest load-bearing part of a building. typically below ground level
Cada vez que algún político o asesor esgrime que los cimientos de la educación son estos u otros… nos muestra la faceta más filosófica de qué entiende por aprendizaje, pero si observamos detenidamente los cambios producidos en los últimos 25 años, ciertamente no es sólo a los políticos a quien deberíamos tirar de las orejas.
Recuerdo cuando se inició el cambio hacia la LOGSE, aquella ley que tantos chistes trajo, que tantas riñas políticas tuvo por aquello de las rebajas de las calificaciones: NM y PA pasaron de ser simples paradójicas agrupaciones fortuitas de letras a decidir el aprendizaje de los pequeños.
Recuerdo también como se produjeron muchos de esos cambios en las aulas… quiero decir, recuerdo perfectamente que NO se produjo ningún cambio en las aulas. Los famosos niños y niñas de la ESO seguían siendo enseñados y evaluados exactamente igual que la época pre-LOGSE. Sí, es cierto que la nueva ley provocó un cataclismo a la hora de las programaciones, pero tuvo la mala suerte de coincidir con otro extremo que, a la larga, tendría mucha más visibilidad en el día a día: la tecnología. En aquellos tiempos empezaron a llegar a los centros los famosos libros del profesor que las diferentes editoriales mostraban emocionadas a los nuevos ususaios… traían un CD, OOOHHHHH!! y tiene dentro las programaciones, OOOOHHHHH!! Aprender a copiar & pegar se convirtió en el deporte nacional del profesorado (con honrosas excepciones, claro está). Esa, y otras razones de seguro más peso, influyeron en el devenir de una ley que incluía novedades tremendamente importantes: considerar que el aprendizaje era mucho más complejo y amplio que la parte considerada académica de las asignaturas, teníamos procedimientos y actitudes, criterios mínimos de evaluación… era un enorme cambio.
¿Y qué me decís de los temas transversales? Parecía un necesidad a considerar en la vida real que en muchos de los centros se ventilaba con «el día del árbol» o «el día del peatón»… y poco más.
La ley tenía sus problemas y grietas, cierto, pero seguramente el haber coincidido con una incipiente crisis económica, la falta absoluta de un plan de formación real dirigido a cambiar las aulas, el papel de la inspección que tampoco veía la ley con muy buenos ojos no ayudó nada a hacer visible un cambio real. Lo más palpable (y hasta diría que cómico a estas alturas) es el hecho e recordar como se calificaba, o mejor dicho, como se manipulaba por parte del profesorado las notas para «tunearlas» y hacerlas encajar en el modelo de siempre (muchos no estaban de acuerdo con que se simplificase la nota a dos letras), así que se inventaron el NM- (léase «ene eme menos»), y si ya te tomaban por cafre el NM– («ene eme menos menos»). Y si enfilabas hacia la parte superior del aula tenías las variantes positivas como el PA+, el PA++ y si eras el cocazo del grupo te ganabas el PA+++. Y así nos inventamos el segundo deporte nacional de los colegios: contar signos menos y signos más, que manos o menos eran las discusiones que oías a la salida del centro al dar las notas.
Curiosamente muchos de los mismos que criticaban esa medida por parecerles insuficiente, tiempo después volvieron a protestar porque abriríamos de nuevo la veda de las calificaciones numéricas.
Pero no creáis que muchos años después, en la actualidad, las cosas han cmabiado… pocos (muy muy muy pocos) centros realizan una evaluación más allá de la simple numeración de cero a diez para tratar los contenidos de las asignaturas, cuando (curiosamente) la ley establece una gran importancia a las competnecias… de las que se pasa prácticamente igual que s hizo con la educación para la ciudadanía o la naturaleza… con más pena que gloria.
Y, sin embargo, seguimos sin hablar de los verdaderos cimientos de la educación. Esas «foundations» que normalmente están por debajo del nivel del suelo. desgraciadamente las conversaciones tiene lugar como mucho en el primer o segundo piso educativo. Hablamos de las evaluaciones, pero no de las valoraciones, hablamos de las calificaciones pero no de los informes, hablamos de las asignaturas pero no de sus competencias. Seguimos trabajando con alumnado que en el 90% de su tiempo se desarrolla individualmente como si no tuviese que (más bien no le dejan) interactuar con sus compañeros de mesa. Y ni siquiera ahí estaríamos cerca de las verdadera y fundamental conversación sobre los cimientos educativos: qué enseñamos en el aula , qué deben aprender y porqué es importante que se aprenda eso. Y por eso seguimos habiendo lo mismo que antes de la LOGSE, con la LOGSE y después de la LOGSE.
Seguimos sin discutir el papel de la tecnología como verdadero motor de posibilidades y no como mero sistema de réplica de trabajo en analógico. Seguimos sin ver las enormes bondades de aprendizaje que significan las artes, o la necesidad de activar nuestro cuerpo todos los días a nivel físico si queremos estar bien a nivel cognitivo, emosional y social, no tenemos en cuenta el poder de la concentración, la respiracón y la meditación para concocerse a uno mismo y sus debilidades y lo que puede aportar al aprendizaje. Pero tampoco se discute el papel de la administración en todo esto -y así siguen generando titulares de prensa con sus proyectos más que de preocuparse en generar oportunidades o el papel de los equipos directivos o la autonomía de centros, los docentes de vanguardia que lideran cambios más estructurales y pensamientos más vanguardistas que los generados por la propia adminsitración y que son tristemente bilipendiados o lo que pinta la universidad en todo esto… que en general es poco (con honrosísimas excepciones)…
Y aún así no tengo nada claro de si hablamos de los cimientos reales de lo que hacemos: ¿qué papel jugamos nosotros en todo esto?, ¿qué papel le permitimos a las familias?, ¿el alumnado tiene que seguir aprendiendo lo mismo que hace un siglo? ¿es real y duradero este desmembramiento del aprendizaje en áreas separadas? ¿Podríamos aprender de otro modo? ¿Y qué hay de las verdaderas potencialidades del alumnado, aquellas que son agnósticas a las asignaturas? ¿Acaso no deberíamos potenciar, valorar y tener en cuenta a un nivel más alto que el académico cuestiones como la curiosidad, la empatía, el ser consciente de uno mismo con sus puntos débiles y fuertes, la perseverancia, el liderazgo, la capacidad de adaptarse a nuevos entornos…
¿No debería ser esta la verdadera discusión sobre los cimientos sobre los que levantar una educación mejor y duradera?