Este término se utiliza muchísimo en entornos de negocio y de disrupción tecnológica. No hago más que darle vueltas desde que veo la serie «Planet of the Apps«, un reality (no tiene ningún parecido con la basura que tenemos que soportar aquí) en el que diferentes personas de diferentes lugares, posibilidades o ideas luchan (no entre si) por conseguir ver financiada su app, su sueño, su negocio y su modo de ver la realidad… o cambiarla.
El programa tiene un funcionamiento similar a otro reality en el que diferentes personas intentan convencer de que su idea o negocio merece tenerse en cuenta para una ronda de inversores. Y sigo dándoles vueltas a eso…
Estaba pensando el porqué algunos de nosotros vamos y venimos a eventos, a premios, a concursos y certámenes de un lado para otro, incluso escudriñando el mapa online para encontrar… ¿qué?
Pues para encontrar nuestra oportunidad, la oportunidad de salir de este cerco en el que las direcciones de centros o administraciones públicas encasillan al profesorado para realizar sus actividades con el «café para todos«. Intentando encontrar esa opción que te permitirá adquirir unos fondos económicos con los que poder cambiar tu realidad de aula o de centro, porque sabes que con la administración no puedes contar, no juega esa liga, juega al impacto mediático o con una idea tan fija que no deja lugar a interpretaciones ni requicios ni margenes.
Nada de entender el libro digital de otro modo, nada de interpretar el aprendizaje de otra forma, nada de plantearse otro tipo de tecnología, ni siquiera además de la que ellos aportan.

Por poner un sencillo ejemplo, en cierta comunidad autónoma -no digo cual pero es fácil de averiguar- se están implantando una serie de programas de robótica en la que sólo cabe un tipo de robot, sólo UNO. ¿Y por qué? pues porque, una vez más, hay quien decide por todos, hay quien se cree que su filosofía es LA filosofía y los demás no tenemos nada que decir.
Así que sí, no podremos acceder a Lego Wedoo o Mindstorm EV3 ni a drones de Parrot ni a Sphero ni a Robobo ni a tantos otros porque nosotros no tenemos capacidad de elección. Y luego nos quejaremos de que la escuela privada, que es bastante más espabilada en estas cosas, encuentre formas bastante más ingeniosas y con menos trabas ridículas para poder utliizar este otro tipo de tecnología en sus aulas.
Y por esa razón, muchos de nosotros nos hemos convertido en «entrepeneur«, en personas que buscan financiación para nuestros proyectos y nuestras filosofías fuera de las fronteras que definen las administraciones, curiosamente estos ”entrepreneurs» acaban teniendo mucha más repercusión tanto mediática como educativa (mucho más importante, por supuesto) que los movimientos oficiales… ¿o acaso hay alguna mínima prueba de la buena calidad educativa del Abalar o de eDixgal? ¡ninguna!… con el desmesurado coste que eso ha supuesto, ¡ninguna!

La pena es no poder contar con programas como «Planet of the Apps» a los que convencer de que nuestro modo de ver las cosas es mucho mejor y diametralmente disruptor en cuanto a lo que se viene haciendo. Las administraciones dirán que cuentan con personal supercualificado, que es el que toma las decisiones pero no es así:
- Primero porque los técnicos que las toman (que no son asesores de formación sino técnicos informáticos a lo sumo) no actúan ni han actuado en el aula desde hace lustros, lo que evidencia una falta de conocimiento empírico enorme.
- Segundo porque ninguno de ellos es referencia en dichas cuestiones en educación, ninguno lo ha sido siendo docentes de aula, ninguno lidera una empresa de éxito, ninguno está a la vanguardia dentro del mundo de la tecnología educativa.
- Y en tercer lugar porque, si un técnico niega el espacio a usar otro tipo de elemento tecnológico fuera del único parámetro de su decisión, no está actuando correcta ni éticamente.
Ojalá existiesen muchos más «Planet of the Apps» (son escasos en la actualidad sinceramente) para que los «entrepeneurs» de la educación pudiésemos defender propuestas de innovación y financiación y conseguir de este modo recursos económicos para poder generar ese tan necesario cambio.
Comments: 2
Pregunta. ¿Crees que valen la pena los robots que ofrece esa comunidad autónoma?
Como casi siempre estoy muy de acuerdo con que no tenemos ninguna o sibilina de de elección con el dinerillo que la administración gasta en proyectos a veces poco productivos. Incluso llegando al contrasentido de promover el ABP y al mismo tiempo insistiendo en que nos apuntemos a edixgal.
Valen la pena, si, claro que si. El problema es la óptica con la que se introducen sos robots. Una cosa es hace un proyecto con robótica… ¿quién y cómo se va a hacer ese proyecto? Lo va a hacer un centro que cree realmente que merece la pena introducir robótica aunque sus miembros no tenga ni pajolera? ¿O lo harán los que ya están haciendo robótica y aprovecharán o aprovecharemos el tirón para incorporar un poco de esta tecnología que no podemos comprar?
Del eDixgal mejor no hablar, porque si este gasto lo hace una empresa privada al que se financia con dinero público, la cabeza a más de un/una responsable educativo estaría más que fuera del tablero.
Y el problema colateral de este tipo de decisiones es que nos dejan fuera de otro tipo de elecciones mucho más potentes. Y eso lo sabe el que ha usado un mBot y le han puesto en las manos un MindStorm EV3 o ha visto las posibilidades de programar un drone o el que ha visto la app de Swift Playgrounds, del que no hay nada ya no parecido sino ni siquiera al 10% en lo que nos ofrece la administración.
Y vaya por delante que no cuestiono que la administración intente poner esas cartas sobre el tablero, lo que no acabo de comprender y hasta me parece poco ético es que sea la única opción que nos permiten. Porque el dinero y la formación irán sobe estos, y el resto? Ah… se siente