Existen muchas personas y grupos que presionan para que su voz sea oída en «la cuestión educativa». Algunos de esos grupos van más allá y actúan como auténticos lobbies que intentan (y en ocasiones lo consiguen) influir en decisiones que tienen mucho que ver con la política educativa de un país. Pero ese es otro cantar…
En los centros educativos ya tenemos nuestros propios problemas de presión. Los tres poderes que ejercen sus particulares argumentos. Por un lado, tenemos a los docentes, sí, los docentes ejercen una enorme influencia, normal por otra parte, pero no es cierto que la mayor influencia que ejercen los docentes es hacia temas exclusivamente académicos como la búsqueda de la mejor metodología para desarrollar el aprendizaje de las ciencias o como mejorar el aprendizaje de las lenguas extranjeras entre el alumnado más desfavorecido. Existe este tipo de conversaciones pero son, lamentablemente, las menos. En la mayoría de los casos, las discusiones, planteamientos o enfrentamientos se deben a cuestiones más mundanas como «¿por qué tengo que hacer esta guardia?» o «No tengo intención de aguantar a este muchacho más tiempo, te encargas tú que para eso cobras…»
En los centros hay demasiado de «que hay de lo mío» entre el profesorado y así no se hace escuela.
Por otro la administración.
Lo único que le importa a las administraciones es su política de «café para todos» que pueda vender mediáticamente.
Esa de «o estás conmigo o contra mi», que beneficia a aquellos que tienen un manifiesto planteamiento oficialista mientras se denigra a los que siguen caminos en muchísimos casos más potentes y más interesantes. Esa administración que todo lo ordena y cataloga en órdenes, decretos y misivas con instrucciones… Si la educación tiene que funcionar así, tenemos un problema más gordo del que pensamos al que nadie quiere enfrentarse.
Las familias, que hemos pasado de «pedir perdón al maestro» a «pedir la cabeza del maestro»… y no debiera ser ni una cosa ni la otra. ciertamente las familias no sabemos de educación aunque estemos constantemente comparándola con la que hemos recibido (la nuestra es, increíblemente, siempre mejor).
Las familias deberíamos dejar trabajar en la escuela
Aunque, a veces, las familias que somos docentes nos coman los demonios por dentro viendo las barbaridades que se hacen en los centros… Las familias pretendemos que la educación de nuestros hijos sea iguala triunfo y eso, queridas mamás (la gran mayoría que se acerca a los centros) y papás no se puede pedir.
Y el cuarto poder… la inspección. Ese ente abstracto que esperas que nunca venga a visitarte porque sabes que siempre encontrará un problema estúpido (normalmente arraigado en las cuestiones burocráticas) pero al que le importa un pimiento las iniciativas uqe lleves a cabo, las innovaciones que estés intentando ayudar a nacer o las necesidades que tengas de ayuda más allá de lo que tú ya sabes leer en la normativa.
Una inspección que, en lineas generales, no va a los centros a conocer a su profesorado sino a preguntar al equipo directivo porqué le ha salpicado la sangre del problema que estos no han sabido parar a tiempo. La misma que requiere documentación a priori aunque sea de copia y pega mientras cumpla con los requisitos pero que no cede ni un palmo para que el profesorado genere sinergias de trabajo más allá de los papales oficiales.
- ¿Cuanta formación recibe la inspección en temas metodológicos? NINGUNA
- ¿Cuánta formación recibe la inspección en sistemas de transformación de aula y centros? NINGUNA
- ¿Cuánta formación recibe la inspección en tecnología educativa? NINGUNA
- ¿cuánta formación recibe la inspección en temas como SEL, empatía en el trabajo, gestión de emociones en sistemas organizativos jerárquicos…? NINGUNA
Pero lo peor de todo.
¿Cuánta formación solicita la inspección en estos temas? NINGUNA
Eso sí, el trato que tiene la administración para con ellos es exquisito. Supongo que para muchos que han entrado en la carrera de inspección es lo que les interesa… como a muchos docentes el hecho de tener un sueldo fijo y las vacaciones (por muy políticamente incorrecto que pueda parecer).
Y así nos luce el pelo.