Hace algo más de una semana tuve la suerte de ser invitado a dar una conferencia en un evento creado desde la nada, y con poco más en las manos, por un puñado de personas que tienen lo único que es indispensable para cambiar el devenir de un centro educativo: criterio, pasión y ganas de trabajar. La verdad es que me sentí como en casa, tratado como un rey y escuchado como si fuese un gurú… Todo un privilegio y un honor para mí.
Con esas premisas crearon «Por unha nova escola» en la que compartí ponencias con otros profesionales que pusieron encima de la mesa cuestiones de gran importancia: inteligencias múltiples, psicomotricidad, trabajo por proyectos y liderazgo pedagógico en centros educativos.
Como siempre sucede en eventos que carecen de la rigidez excesiva del protocolo y, porqué no decirlo, de los escasos miembros de la política, si es que había alguno (lo cual ayuda mucho) la gente se acerca y se aleja, hablado, compartiendo, conversando alrededor del tema central: mejorar la educación.
Cuando estoy rodeado de gente que trabaja bien en el colegio, que te mira con la mente abierta y a la que le aportas algo más que palabras «biensonantes», siento unas enormes ganas de volver al centro, de llegar al alumnado, o por lo menos de poder trabajar cada día con el profesorado para ayudar en lo posible a realizar esa transformación tan deseada y tan necesitada.
En esta ocasión tuve la oportunidad de escuchar cómo es el modelo que defienden no únicamente un centro sino veinte centros que trabajan en la misma sintonía, defendiendo una metodología activa, una experiencia desde el alumnado y un objetivo más amplio que el examen y el estándar cumplido. Son Amara Berri y deberíais quedaros con el nombre e incluso buscarlo en la red para llegar más cerca y poder «oler» lo que allí se cuece, lo que allí se respira. Desde luego si Deiro quiere llegar a ser como Amara Berri le queda un largo camino y no pocos obstáculos pero, como he dicho al principio, cuentan con aquello que es indispensable para tratar de hacerlo bien: criterio, pasión y ganas de trabajar. Así que es muy posible que, dentro de poco tiempo, la próxima que oigas hablar de amara berri no tengas que ir a buscarlo al País Vasco, a Cantabria ni tampoco a Canarias. Lo podrás encontrar en Vilanova, más concretamente en Deiro. Y lo más curioso es que el salto no acabará ahí, seguirá moviéndose la ficha hasta el siguiente centro.