Leyendo un artículo de Edudemic titulado “Cuando dejar a un lado la tecnología en tu aula de 1×1”, me he puesto a pensar lo que ya he comentado en alguna ocasión.
¿es necesario usar siempre la tecnología para nuestra labor? ¿Es efectivo, beneficioso, necesario usar la tecnología en todo momento y para todas las actividades?
Siempre pongo el mismo ejemplo, la cantidad de actividades relacionadas con los puzzles que existen son escandalosas. Es necesario que el alumnado juegue con JavaClic para hacer el mismo puzzle de siempre…? creo que sería más interesante que tuviesen puzzles de madera, plástica, cúbicos, … con los que desarrollar la kinestisia y la estructuración espacial derivada de su manipulación.
De la misma manera, considero importante que el trabajo con nueva tecnología viva parejo al trabajo con la vieja tecnología, y unirlos en una fusión de aprendizaje integral que desarrolle ámbitos tan necesarios como la creatividad, la estructuración espacial y temporal, la inteligencia emocional, la memoria, la grafomotricidad, etc.
En las experiencias que intento llevar a cabo, el uso de elementos de tan baja tecnología como las ceras, la plastilina o las cartulinas pueden convivir, y de hecho conviven, con el uso de alta tecnología como el iPad con los que construir nuestros mensajes en lenguajes audiovisuales.
Considero que es tan negativo el hecho de obviar la tecnología como elemento esencial de desarrollo educativo, como el polo opuesto de obviar los elementos de baja tecnología con los que generar algo tangible que tocar, oler, saborear, manipular…
Al final, desde mi punto de vista, todo se resume en que el uso de la tecnología en una experiencia educativa tiene que estar supeditado a dos cuestiones:
- a la pedagogía, como nexo esencial entre todos los elementos que tenemos a mano en la construcción del conocimiento.
- a la integridad de la experiencia de aprendizaje, sólo observando la idoneidad de un elemento en el contexto de la experiencia a desarrollar es cuando nos debemos plantear su uso en la misma. Sólo así es posible que el uso de alta tecnología tenga un efecto positivo y constructivo en las experiencias integradas con otros elementos de distinto origen.