Mi abuela era una mujer increíblemente inteligente que no sabía leer ni escribir, era lo que se llamaba analfabeta. Aprendió con 66 años, al jubilarse y después de una vida muy dura en la que consiguió -no sé cómo- realizar operaciones matemáticas mentalmente. Llevaba adelante una familia, un puesto en las ferias y un ultramarinos y, más adelante, un pequeño puesto muy respetado de carnicería en la plaza del pueblo.
No me preguntéis cómo lo hizo, en ocasiones leía con ella por la noche para que practicase sus titubeantes inicios en la alfabetización, pero hoy en día sigo sin comprender como realizaba estos procesos mentales, esa idea completa y extraña de las matemáticas sin la representación gráfica de los números y su posición en la suma o en la resta, como nos han enseñado (acaso no continúa siendo así a día de hoy?) en la escuela.
No era analfabeta, para mi estaba muy por encima del simple hecho de descifrar grafías de números y letras. Simplemente no sabía interpretar ese jeroglífico. La idea en general sobre la alfabetización, y para cualquiera al que se le pregunte, sigue siendo la misma. Leer y escribir.
La alfabetización es mucho más que eso, algo que parece molestar a más de uno. De hecho, no es la primera vez que, en una charla que imparto, aparece algún docente exclamando “sacrilegio” al hecho de trabajar otros lenguajes a la par que el textual. Siguen anteponiendo el texto como primero y más importante elemento a desarrollar para, posteriormente y si es necesario, incorporar algún otro lenguaje a nuestros registros. Supongo que es lo que han vivido y, sinceramente creo que de forma errónea, es lo que consideran que necesitará(n) la(s) próximas(s) generación(es).
Es evidente que el texto lleva con nosotros miles de años y dicho acompañamiento resulta muy complicado de reconocer en otro lugar que no sea el actual, lugar al que hemos elevado como única fuente reconocida de transmisión de conocimiento, sólo hay que observar su posición en los mal llamados libros de texto escolares. Es, por ello, que desarrollos de experiencias basadas en el lenguaje audiovisual, musical, artisiticos… son declarados de segunda fila, relegados a momentos puntuales o vistos como algo anecdótico.
Es hora de que leer y escribir sean también entendidos de otro modo.
Leer: Es esencial en cualquier modo. Además del texto, deberíamos acercarnos de igual manera a las películas, la publicidad gráfica, spots de TV, piezas musicales, cuñas de radio, artículos periodísticos, retransmisiones deportivas, noticieros en radio y TV, infografías, oratorias políticas, screencast, vídeos de “youtubers”, videotutoriales y así podríamos seguir.
Una competencia lectora que tenga en cuenta diferentes tipos de registros, diferentes fuentes y tecnologías que hoy en día pueden ser recibidas en cualquier lugar y por cualquier medio usando cada vez dispositivos más potentes y ubicuos. Una competencia lectora que active nuestro cerebro de forma amplia y consecuente con los tiempo que corren.
Escribir: No podemos relegar al alumnado a ser únicamente creador de historias en modo texto. Es evidente el poder de la escritura para dar a entender ideas, su enorme potencial para dejar fluir la imaginación en nuestras mentes pero al igual que es importante descifrar la grafía para entender un escrito y poder usarla del mismo modo es, en igual medida, esencial que sean creadores en otros medios.
Y para ello no podemos relegar la creación audiovisual, mediática y tecnológica como una cuestión menor. Debemos conseguir que el alumnado sea pensador-constructor-diseñador-creador de elementos transmisores de información en todas y cada una de las variantes. Crear situaciones de aprendizaje donde tengan que realizar infografías para explicar estructuras complejas, diagramas para dar a entender resultados matemáticos, el vídeo, audio, animación, fotografía, etc. para emitir un mensaje mensaje,, su con su propio lenguaje concreto y tecnológico con el que pone en juego la imaginación, la creatividad, el riesgo y la capacidad de llegar a otros.
Identidad (digital+analógica): La gran diferencia en nuestro tiempo con respecto a anteriores donde escribir se circunscribe a un espacio y tiempo concretos, nuestra sociedad tiene la posibilidad de convertirnos en creadores y emisores de cualquier tipo de información en casi cualquier lenguaje a nivel global y eso nos convierte en seres permanentemente presentes en la red. La identidad ya no es un binomio digital-analógico, la identidad es sólo una y fluye entre un estado y otro. Y hay que dotar a la siguiente generación de experiencias sobre cómo construir una identidad emisora, potente y sana.
Comments: 3
Estoy muy de acuerdo con la necesidad de ampliar la forma en que hemos concebido hasta el dia de hoy la enseñanza y la forma de comunicarnos. Pero también es cierto, que el nuevo mundo que nos habré un abanico inmenso de información al alcance de un dedo, tiene un lado peligroso. La curiosidad de nuestros hijos, normal y sana, da también lugar a otros mundos no educativos, por así decirlo. Por lo tanto, hemos de adaptar estas herramientas a la edad de los usuarios, para que no se conviertan en algo destructivo en vez de educativo, que es lo que se pretende. Ya que la evolucion humana a puesto a traves de siglos de investigacion muchas herramientas al alcance del hombre, pero no por eso damos lanzas a nuestros hijos para que cazen su comida.
Tienes razón, pero no es diferente de lo que ha pasado hasta ahora, no?
Quiero decir, recuerdo cuando era pequeño y me acercaba a alguno de los kioscos del pueblo y podía vislumbrar alguna portada de las telenovelas y, alguna otra más relacionada con el porno que con la sensualidad bastante más escondida pero no inalcanzable. Y allí estaban aquellas revistas que enseñaban cosas que mis padres no contaban, fotografías mostrando imágenes de las que nos se hablaba en casa. Pero allí estaban.
También recuerdo las revistas sobre pistolas y escopetas, los cómics sobre alemanes y americanos (adivina quien era siempre el bueno), por no hablar del momento en el que, siendo viernes, buscabas aquellos bares que tenían un canal que (decían…) si cerrabas mucho los ojos podías ver “cosas güarras”… supongo que por esa curiosidad mía, tengo miopía (mira que hacía juegos focales y nada oye, mi curiosidad no parecía ser lo único que necesitaba :-PPPP
A lo que voy es que ahora mismo seguimos teniendo los mismos problemas que se han presentado en una sociedad que avanza. Las nuevas generaciones acceden a fuentes de información que generaciones anteriores no han tenido en sus años jóvenes y cada vez sucede esto más deprisa. Esa sensación se produce en los padres que no sabemos como enfrentarnos a esto, yo no tengo la respuesta mágica, pero intuyo que todo pasa por educar de forma sana. Y cuando digo sana siempre recuerdo como se hace en este país el acercamiento a la “educación sexual”, quiero decir, como no se hace, porque realmente pretendemos educar sexualmente sin niqsiquiera sacar el tema.
Y eso mismo es lo que se produce con la tecnología. No abordamos contextos positivos de aprendizaje donde tengan que hacer un uso adecuado, generoso, abierto, educativo de las posibilidades tecnológicas y de los mensajes que podemos crear con ellas. Y esperamos que el simple hecho de que se encuentren allí consigan convertir en diestros a nuestros jóvenes.
Muchas gracias por leerme y por tu aportación.
[…] […]