Alas de mariposa

Alas de mariposa

Seguramente muchos de vosotros no sabéis que en el aula de Tigres y Gallifantes practicamos «mindfulness» también podríamos llamarlo meditación, concentración a través de la respiración o como queráis llamarlo. Gracias a la valiosa participación de una de las familias, nos hemos adentrado semanalmente en esta práctica para poder aprender a relajarnos, respirar y concentrarnos mejor en lo que hacemos.

Una de las técnicas que hemos aprendido a realizar es el conocido como «abrazo de mariposa«, que consiste en cruzar las manos delante del pecho y tocar suavemente y de forma alterna cada mano sobre el pecho o sobre los antebrazos, concentrándonos en la respiración y en el ritmo. Es una practica en la que aprendemos a abandonar pensamientos negativos y centrarnos en otro elemento que favorece la relajación y la concentración en algo positivo.

Hemos abandonado la lucha por querer llegar a ese lugar, conseguir esa sensación o adquirir ese conocimiento para cambiarlo por elementos instruccionales, objetivos a corto plazo o certificaciones para el futuro (un futuro muy incierto). Los docentes también hemos preferido hablar de sexenios que de aprendizaje (salvedades hay, claro está, pero no es la gran mayoría, por desgracia).

Incluso en cuestiones que pueden parecer valadíes, los docentes, equipos directivos, personal ejecutivo o administraciones han determinado qué es lo que hay que hacer en base a planteamientos de futuro en vez de centrarse en el ahora, en las necesidades de los niños y niñas en estos moementos. Así, nos encontramos a personas argumentando en futuro el número de puestos de trabajo en áreas científica, como si ahora mismo no hubiese ingenieros cogiendo las maletas para irse, o las áreas que no son de interés, como las artes ¡cómo no!, en base a planteamientos que no tienen nada de empíricos o científicos, ni siquiera emocionales.

Por degracia hasta profesionales como el antiguo ministro de eduación, Ángel Gabilondo, de lo mejor que ha llevado la cartera, tiene una óptica que adolece del mismo error.

“Lo que no se evalúa, se devalúa"

Hace poco afirmó esta frase, ya conocida de anteriores ocasiones. No, no es cierto. Lo que se evalúa hace que la población se prepare para superarlo, no para aprender de ello.

Sí, es cierto que llegado a cierto nivel (alto nivel) la evaluación es más que necesaria y de manera muy concisa y exacta. Claro que sí, pero llevarlo a niveles inferiores produce el efecto perverso de que las personas pequeñas que tenemos con nosotros en el aula se olviden de conseguir esa sensación de felicidad, del placer que nos produce el aprender, de centrarse en el presente y que, como bien dicen los expertos en neuroaprendizaje, resulta esencial para hablar de aprendizaje real. Si evaluamos lo que se prentede dar como importante, corremos el riesgo de dejar fuera todo aquello que no sea evaluable, mensaurable, ponderable pero si enormemente valioso.

¡Lo que no se valora, se devalúa!

Y es así, si podemos centrarnos en el momento en el que tenemos a nuestro pequeños en el aula, en generar esas experiencias personales y colectivas y esas viviencias de aprendizaje, podremos darle valor a cosas que no son cuantificables: como la creatividad, como la gestión de las emociones, la ética personal, la implicación, la empatía o la tenacidad.

No estaría de más que buscásemos algún recurso similar al abrazo de la mariposa para parar el sistema educativo y centrarnos en el ahora, en las experiencias de aprendizaje en nuestras aulas.

Manel Rives
Manel Rives
Docente que trabaja con diferentes tecnologías, e intenta ayudar al alumnado a potenciar su creatividad y a realizar sus proyectos mediante tecnologías audiovisuales con nuevos dispositivos. Apple Professional Learning specialist & LinkedIn Learning Author

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