Creo que tenemos muchos más paralelismos con la empresa de lo que a algún que otro docente le gustaría admitir. Y no lo digo porque haya un objetivo de “construir mano de obra cualificada” para la industria, que dicho sea de paso es un sinsentido hoy en día viendo lo rápido que se mueve todo. ¿Alguien augura cuál será el siguiente gran fenómeno en el mundo? Porque las redes sociales con sus “Community manager” o el extensísimo uso de la los videojuegos en una increíble variedad de plataformas de los que podemos ver auténticos “jugones” haciendo “gameplay”… y caja. O la fiebre de los “influencers” en todos los campos (también el educativo -con más o menos acierto) no lo había visto venir NADIE, repito… NADIE.
Con lo cual, no es cierto que la educación esté preparando para el futuro cuando mantenemos una estructura, objetivos y formas que son del pasado. Eso tiene un nombre y es “arcaico”. Un ejemplo perfecto ha ocurrido durante esta pandemia…
Algunos éramos tachados de “pesimistas” por no saltar de alegría cuando se intuía un momento en la historia que invitaba a reflexionar sobre cuál debe ser el camino a recorrer, cuáles son los puntos de anclaje, para qué educamos o cómo educamos, qué pretendemos de los docentes, de los centros y de las familias. Una reflexión m mucho más allá de poner dinero encima de la mesa, aunque evidentemente haga falta.
Pues por desgracia, esos pesimistas éramos en realidad “realistas” y nada ha cambiado a nivel de sistema. Y tampoco pedíamos tanto, simplemente un momento de reflexión… Sin embargo, lo que se ha conseguido es que:
- La administración, una vez más, dirija sus esfuerzos económicos a reforzar su propia apuesta vertical desde la jerarquía de poder (que ya era mala) en pro de conseguir más resultados en los mismos términos: el impacto mediático En esta idea, la metodología brilla por su ausencia, y la calidad del modelo tecnológico… también, ¡para qué vamos a engañarnos!
- Los centros han discutido qué hacer para mantener la misma normalidad de la escuela presencial. Algunos centros han mostrado qué entienden por educar, cuando teneos un serie de documentos como Proyecto Educativo de Centro, perfil competencial, y un innumerable lote de ideas preconcebidas del Tip Odelias alumno creativo, crítico, blablabla… que se ha desmontado al minuto uno cuando se ha dejado muy a las claras qué tipo deacividades y exámenes se realizaron estas últimas semanas,
- Y los docentes… en fin, la amalgama ha sido muy diversa y encontrada. Desde los que consideran que la cantidad de tiempo libre de los nanos se mata a ejercicios (y la palabra MATAR está escrita con toda la intención) digamos que siguiendo la regla del “cuanto más, mejor”. Pasando al otro extremo, nos encontramos a los que cogieron vacaciones en marzo y todavía no han vuelto de ellas.
… toda la variedad de docentes con mayor o menor cultura del trabajo en Red, del uso de la tecnología (con suerte la que ha decidido el centro, con mala suerte la que le imponen desde la administración) y con mayor o menor capacitación metodológica (aquí ya hablamos de palabras mayores).
Algunos de los miembros del equipo docente no han advertido (o simplemente creen que es el modo) de que las familias tienen sus problemas, los pequeños tienen sus problemas y que “educar” es otra cosa.
Es muy complicado jugar un partido de igual a igual cuando el arbitro pita en contra, cuando tus botas son tan malas que no sirven o las normas tan rígidas que no puedes hacer lo que pretendes. Y así podríamos definir lo que ha pasado en estos meses. Un partido que nadie quería jugar y pocos sabían, donde no teníamos qué ponernos en los pies y lo que nos dan es tan malo que preferimos comprarlos por nosotros mismos (algunos…, otros viven muy bien y muy tranquilos en esa idea de educación basada en libro de texto y hacer ejercicios a dolor) y sobre todo donde te das cuenta de la cantidad de jugadores que no saben jugar a este deporte (y los que menos, tus propios jefes de equipo: la administración).
No quiero ser más pesimista de lo que la “nueva normalidad” nos deja ser: centros educativos donde no se permite mover un muro, con ratios imposibles de conseguir y sin aumento del número de docentes. Administraciones que gastan millones en ordenadores (o tabletas que sirven únicamente para poco más que buscar información) para seguir trabajando exactamente igual, mientras el mundo espera personas creativas, críticas y resilientes.