Transformando el aprendizaje, cambiando la enseñanza

Transformando el aprendizaje, cambiando la enseñanza

Todos hablamos del cambio en educación, todos decimos lo importante, trascendental que se ha vuelto, cualquiera puede verlo. El paradigma actual, que no se diferencia en nada al que vivimos nosotros e incluso nuestros padres y abuelos.

Quizás las aulas y colegios están mejor construidos y el número de niños y niñas es bastante más bajo. Pero, en esencia, la forma de enseñar no ha cambiado.

Si, es cierto que hay personas y colegios que se han dedicado a cambiar la forma en la que aprende su alumnado, y eso no puede llevarse a cabo si no cambia nuestro papel de docentes ni el de los directivos ni siquiera si no cambiamos el objetivo del centro educativo. Y algunos lo han conseguido, sí. Pero no el sistema.

Pero, ¿qué hay que cambiar y cómo ha que variar los centros educativos y la docencia?

Ahora mismo hay un debate sobre si es posible “generar” un pacto educativo.  Sería agradable verlo por una vez. Pero sigo siendo muy escéptico puesto que las noticias que llegan sobre dicho pacto, a raíz de las intervenciones de “expertos” en el comité político que está estudiando el tema, no son muy halagüeñas. Para empezar no aparece mencionado ningún docente de referencia que esté trabajando actualmente en el aula, ninguno.

¿De verdad creen los políticos que no hay gente capacitada que ha demostrado de sobras estar a la altura y el derecho a ser escuchado y tenido en cuenta y que continúa en el aula? No creo que irse personas mediáticas o las universidades (que no saben del día a día e incluso no conocen más a fondo las innovaciones tecnológicas o metodológicas) nos den un planteamiento más rico ni más veraz.

¿Seguirá el pacto de estado sobre educación el mismo planteamiento de certificaciones y áreas curriculares que ha existido durante decenios? ¿Sabremos ir más allá y ver más lejos las necesidades reales de formación antes que dejarnos vencer por el peso de los diferentes lobbies (partidos políticos, sindicatos, editoriales, iglesia…, que hay que tener encuenta, por supuesto, pero no definir la educación)?

No lo tengo nada claro… pero ojalá me equivoque, pero hoy, en esta entrada, hablaremos en otro sentido:

¿Qué podríamos hacer para transformar la enseñanza en el día a día de un centro?

Empezar a pequeña escala

Siempre he dicho que cualquier cambio en un centro no puede llevarse a gran escala ni a todo el profesorado alumnado. Imaginad que incluso el aprendizaje móvil de un año para otro y a 50 docentes y más de 700 niños y niñas? No es una locura? Tiene muchas bazas de ser un fracaso y eso es lo que ocurre cuando las administraciones juegan al “cafe para todos”

Es necesario crear pequeños muestreos dentro del centro que involucren a una pequeña cantidad de alumnado e ir vislumbrando los cambios necesarios, como afectan al alumnado, como lo hacen en las dinámicas de trabajo, qué problemas técnicos aparecen. Esto permitirá que los pasos sean asequibles, accesibles y positivos. Y la sensación de ahogo será menor, al mismo tiempo que nos permitirá no perder el foco de lo importante (de lo que salga bien y de lo que salga mal).

Hacer el cambio

Yo, sinceramente, estoy un poco cansado de oír hablar de la necesidad del cambio, de las oportunidades que se abrirán y de futuribles. Es necesario que, en la medida de las posibilidades de los docentes, centros y directivos, comencemos ya a realizar los cambios, aunque sean uno a uno pero iniciar el movimiento no puede ser palabrería… debe ser un hecho consumado.

El docente, al igual que el centro, los directivos y demás escalas, tiene su margen de maniobra mayor o menor dependiendo de lo que estén dispuestos a romper con el escalafón superior, pero existe. Una vez oí que la innovación tiene lugar sólo en el borde del sistema. Pues maniobremos ya para situarnos en él, en el día a día, no en planes sino en hechos.

Contar con todos y con todo

Transformar la educación no es tarea fácil y requiere de muchos conocimientos y palancas que accionar. Pretender moverlo uno mismo todo es imposible y una tarea demasiado agotadora, aunque coincido en la necesaria figura del motor, del mentor o líder… pero si es un liderazgo distribuido mucho mejor.

Es necesario contar con un equipo de personas que tengan una visión similar pero al mismo tiempo parcialmente diferente para poder moverse en diferentes ideas que enriquezcan el objetivo final. Personas con características diferenciadoras, profesionales altamente cualificados o en proceso de formación, pero en definitiva personas que ejerzan realmente una pasión por el cambio hacia si mismos y hacia los demás.

También es necesario tener en cuenta los elementos económicos y estructurales con los que contamos. Querer abarcar más de lo que somos capaces o ir más lejos de lo que podemos, puede tener el efecto rebote en sentido contrario y ser todavía peor.

Reflexionemos

De todos los cambios posibles que se pueden dar en cualquier sistema, en educación es posiblemente el que más necesita una reflexión posterior y el que menos la hace. Y no, la evaluación no es reflexión. O por lo menos la evaluación como la conocemos nosotros.

Debemos reflexionar las consecuencias de nuestra transformación pero eso exige también hacer las preguntas adecuadas. Si creemos que la transformación necesaria debe implicar un cambio del valor de la creatividad o de la resolución de conflictos, del liderazgo o e la autoestima no podemos utilizar los mismos parámetros que la clásica evaluación por contenidos.

Pero sí que resulta esencial reflexionar y tomar acciones en base a dicha reflexión, una reflexión interna pero también compartida, sana y sin complejos.

No basta con escuchar a todas las partes

En especial a las familias y al alumnado. Nos sorprendería gratamente ver como las familias se preocupan por el futuro de sus hijos, nosotros estamos preocupados por lo mismo. Tener en cuenta al alumnado no es tratarlos como simples receptores de nuestro cambios, y a las familias como meros acompañantes “apoyadores” de cualquier idea del centro o del docente. Debemos hacerlos co-líderes del cambio, y hacerlos co-creadores del mismo. Debemos ejercer una escucha activa para con ellos y cederles decisiones y apoyarnos en las suyas.

El viaje sin fin

El cambio, o por lo menos este cambio en educación, está a la altura de los grandes cambios que se ha generado en la historia, como el paso del aprendizaje del modelo 1×1 a 1xmuchos que se ha dado en la historia. Pero a diferencia de otros cambios profundos realizados en el mundo educativo, este no parece tener casilla de llegada. Es una transformación que  tiene lugar en un momento de revolución continua, lo cual nos aboga a no tener destino concreto. Cada nuevo año, cada  nueva área, observa como aparecen nuevo elementos a incorporar o debatir.  Inclusión de la inteligencia emocional ¿Qué pasara después? ¿SEL? ¿Growth mindset? ¿Queremos el aprendizaje móvil? ¿Y el ubicuo? ¿Educación formal, certificaciones, informal…?

FAMILIA, DOCENTES, ALUMNADO, CENTRO
debemos crear canales de confianza entre los cuatro agentes imprescindibles

Sentirse orgullosos

Si medimos cualquier transformación bajo el mismo paraguas que llevamos haciendo con el sempiterno sistema actual, no obtendremos las respuestas que esperamos. Ya lo decía Einstein: “Si esperas otro tipo de respuestas, quizás deberías plantear otro tipo de preguntas” (aunque él lo decía al revés). Este cambio no pisa tierra firma, no es seguro ni medible en la medida que puede ser lo que ya conocemos nosotros, nuestro padres y nuestros abuelos. Por eso es esencial sentirse a gusto con el cambio, sentirse bien (que no cómodo) con todos los intentos que realizamos en las diferentes áreas y sentirse fuerte para todas las variables que se generan en cada decisión.

Pero eso mismo hay que hacerlo hacia arriba, hacia los lados y hacia abajo del sistema. Sentirse orgullosos pero también dar la oportunidad de que otros se sientan del mismo modo.

La confianza

Generar canales de confianza entre las partes resulta esencial para poder crear situaciones de innovación, de riesgos en la toma de decisiones, de propuestas disruptivas y de acuerdos a largo plazo.

Canales entre el profesorado y  las familias, entre la dirección y el profesorado, entre la dirección y las familias, entre las administraciones y todos los demás agentes. Y todos estos canales tienen que ser bidireccionales, deben permitir que haya espacios de entendimiento y contar con todas las partes para la toma de decisiones pero, sobre todo, contar con aquellos que quieren ir más lejos aquellos que son referencia y que pueden, incluso cuando el miedo apodera del sistema, hacer ir más lejos.

Ello conlleva a crear liderazgos, y dentro de estos, los liderazgos distribuidos o compartidos, la asunción de compromisos mucho más ambiciosos de lo que podríamos suponer, porque esta confianza estima el riego y lo que ello conlleva.

Sólo así podremos transformar el aprendizaje y, sólo a través del aprendizaje real, crearemos otra forma de enseñar

Actualización

Como me ha comentado mi amigo, colega y gran profesional José María Ruíz (@jmruiz), realmente falta la cuestión  que posiblemente más importante:

El cambio educativo, la transformación de la educación empieza por uno mismo, empieza por los docentes. Si nosotros no nos convertimos en los agentes del cambio, nadie vendrá a hacerlo por nosotros.

Tenemos que sumir esa responsabilidad.

Manel Rives
Manel Rives
Docente que trabaja con diferentes tecnologías, e intenta ayudar al alumnado a potenciar su creatividad y a realizar sus proyectos mediante tecnologías audiovisuales con nuevos dispositivos. Apple Professional Learning specialist & LinkedIn Learning Author

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