Cuando uno decide incorporar una nueva tecnología en el medio educativo tiene que tener en cuenta multitud de variables a estudiar y multitud de incógnitas a resolver antes de saber qué va a hacer o cómo lo va a hacer.

Más aún cuando se trata de una herramienta que, bien usada, puede cambiar la forma de aprender del alumnado por su potencial disruptivo intrínseco. También es cierto que podemos hacer como la administración, esto es: se decide la tecnología en base a criterios económicos, desbancando a aquellas que, según la administración, no cumple con este objetivo de anteponer el coste a la calidad (y en educación sufrimos lo que significa eso con lamentables herramientas de penosa calidad) o introduciendo aquellas tecnologías sin ser acompañados de un desarrollo metodológico previo.

En cualquier caso os expongo aquí el primer artículo acerca de los elementos atener en cuenta entorno al desarrollo de experiencias con iPad. Los que leéis este blog, sabéis de que pié cojeo, mi visión en cuanto al uso de la tecnología multitáctil y la necesidad de una alfabetización multimedia, activa y centrada en la experiencia de aprendizaje del alumnado.

En esta visión general podéis observar varios aspectos fundamentales que iremos desgranando en sucesivos episodios.

• Por un lado la gran cantidad de elementos logísticos a tener en cuenta cuando hablamos de la introducción de una tecnología en el medio educativo como es el iPad. Muchos se quedan en este punto como lo importante… por desgracia es, en muchos casos, lo único que parece ser importante.
• Por otro lado, las esenciales consideraciones pedagógicas a tener en cuenta en los centros educativos en la actualidad, en cuanto a tener claro qué es lo que perseguimos con la introducción y uso de un dispositivo de este tipo (o deberíamos).
• En tercer lugar la disrupción educativa que implica el acercarse a este tipo de enseñanza centrada en el uso de iPads por parte del alumnado en un contexto de aprendizaje basado en dinámicas activas. Resulta esencial estar por delante de los planteamientos necesarios a hacerse para adecuar nuestro posicionamiento filosófico-educativo a la nueva realidad.
• Y por último el desarrollo del aprendizaje que tendrá lugar siguiendo estas políticas educativas basadas en dinámicas activas y que potenciarán una serie de procesos, habilidades y dinámicas a las que muchos docentes no estarán preparados (e incluso ni dispuestos, en algún caso) a priori.

Este será el primero de varias entradas sobre el tema que iré publicando, desgranando cada uno de los puntos que he comentado.